martes, 28 de octubre de 2008

An "Accurate" Nobel...



Hoy más que nunca los ideales del libre mercado están en un serio predicamento. Ante un panorama de crisis mundial capitalista, los ideólogos del libre mercado, la libre competencia, la libre movilidad de capitales, y la libre movilidad de factores, están siendo seriamente cuestionados en la mayoría de círculos intelectuales y políticos. El caso de los Estados Unidos, país que por antonomasia había defendido los preceptos de la libre competencia como método único para lograr el bienestar social (que históricamente se tradujo en el binomio expansión económica-estabilidad de las clases sociales en el periodo de la posguerra), es excepcional debido a que muchos de sus intelectuales más renombrados han expresado abiertamente que el libre mercado y su práctica política, no ha sido tan beneficioso como se pretendió que funcionara. Esto se ha mostrado recientemente y de manera explicita en las quiebras masivas de consorcios financieros, hipotecarias, y aseguradoras, producto de las burbujas especulativas que el mecanismo de libre movilidad de capitales financieros permitió. Con esta evidente situación se reforzó el ataque hacia la idea de que el único garante de que las cosas funcionen de mejor forma en el capitalismo es el mercado. Ya solo algunos ilusos, todavía piensan, a la más pura usanza de la teoría económica ortodoxa que capitalismo es igual a libertad de movimiento de capitales, libertad de competencia, y todo lo que tenga que ver con libertad. Se olvidan muy gravemente de que el capitalismo es un sistema que requiere de la coacción del Estado, y que más notablemente aun, Estado y Mercado están unidos. Pero, inclusive no comprendiendo esta noción, hay quienes son más inteligentes y entienden que el capitalismo necesita reglas de competencia, leyes mercantiles, mecanismos de vigilancia, y mecanismos de transferencias monetarias limpias y claras, por mencionar algunos cuantos. De esta forma, en el caso de los intelectuales estadounidenses que han optado por esta postura, la crítica hacia el gobierno de Bush, a propósito de esta última crisis, se ha vuelto el pan de cada día, y poco a poco, la versión de que el Estado debe ser un actor fundamental en las decisiones de los mercados, cobra más fuerza. El discurso de Obama, el candidato demócrata refuerza esta postura, y de esta forma, se hace cada vez más popular el clamor de que es urgente que el Estado vuelva a intervenir en la economía (El visto bueno de una gran mayoría de la población yankee sobre último rescate bancario demuestra que tal hipótesis se esta volviendo Mainstream, es decir, parte del sentido común). Otro síntoma de esto es que semanas atrás el flamante premio nobel de economía fue otorgado para un férreo crítico y opositor a las políticas bushianas, el señor Paul Krugman. Quien hubiera pensado que el señor Krugman, uno de las voces mas reconocidas de la academia en la Economía Neoclásica, autor de libros de texto como: “Economía Internacional”, en donde se enseña a los estudiantes de Economía la nueva versión de la teoría de las ventajas comparativas, y que a grandes rasgos tiene en sus fundamentos la libre movilidad de capitales (el libre mercado de la especulación financiera entre países) entre países del tercer y primer mundo con el justificante que la inversión productiva fluirá libremente a los lugares donde no la haya, el día de hoy, pero con una crítica a toda esa verborrea teórica que la administración Bush ha respetado con cabalidad, sea el flamante premio nobel de Economía. ¿Qué estaría pensando ahora Milton Friedman, que años atrás lo laurearon por decirle a todo mundo que el libre mercado era condición necesaria para el funcionamiento del capitalismo? No cabe duda, que los premios nobel de economía son un termómetro ideal para medir de que lado van (o van a girar) los vientos en Washington, ya que ahora, todo parece indicar que el “socialismo” (como algunos yankees llaman a la intervención estatal desmesurada) esta tocando a la puerta. Por último, y ya como si fuera una burla en la cara de los radicales del mercado, el honorable Alan Greenspan, otrora jefe máximo durante más de 40 años de la reserva federal de los EU, diseñador de los instrumentos de derivados (presuntos culpables de la explosión de la crisis), y promotor del desmantelamiento de las agencias reguladoras de los movimientos de capital, declaró en varias conferencias que efectivamente, el libre mercado no es la solución, y reconoció haberse equivocado, pecando de inocente al pensar que el mecanismo de libre movilidad de capitales se desarrollaría sin ningún problema. Parece pues plausible, que ahora el debate de los intelectuales de la economía tanto yankees como de otras partes del mundo, girará en torno a la elaboración de reglas para vigilar los mercados financieros, a cuanta influencia debe tener el gobierno en la economía, sobre que sectores debe ser esta, y de que forma se puede aprovechar la misma en bienestar de los mas. La palabra libre mercado, parece estar quedando sepultada, como hace algunos años ocurrió con la palabra intervención estatal (que ironía), y los intelectuales que no lo entiendan así, serán desplazados por el propio sistema…

THE MAN IN BLACK

martes, 21 de octubre de 2008

El 68 del 08


El 68 del 08
A 40 años de las injustas sociales y las justas deportivas


Tenemos qué, para 1968 México vive un momento coyuntural en varios niveles: social, demográfico, económico, industrial, deportivo y en especial político. La juventud, grupo social de cuantiosa numerosidad se erige como un elemento de cambio, un actor social latente en cuanto a lo político se refiere; un actor social con potencial crítico, formado en la técnica y profesionalizado.

La practica política es ajena a los jóvenes, estudiantes en este caso; dicha expresión de la sociedad esta reservada para una elite: la familia revolucionaria y sus alianzas con las clases dirigentes, me refiero a la burguesía nacional, tanto la estatal como la privada; de igual modo la elite militar y la sindicalista son miembros de la coalición o alianza hegemónica.

Emerge entonces, bajo un cambio estructural más amplio y general en el país, un grupo de jóvenes educados, instruidos, parte de la nueva sociedad, de una clase media de reciente formación; con perspectivas y actitudes vagas y poco concientes de lo que el ejercicio de la política es.

Son también herederos de una visión nacional, muy particular, heredada de la revolución mexicana; de padres o generaciones anteriores conformes con el sistema, adaptados en mayor o menor grado a un orden de cosas establecido, seguro, cohesionador, que disuade de forma efectiva la desobediencia civil. Son parte de una sociedad civil apolítica, de una clase subordinada; son expresión del nacionalismo mexicano, de una ciudadanía pasiva.

Los estudiantes del 68 y sus generaciones más próximas son beneficiarias del Estado subsidiador, aquel Estado nacionalista garante de ciertas condiciones estructurales para la reproducción de una sociedad y el mantenimiento del Estado.

Un Estado nacional que impone paz, una pax de leyes, una paz que en lo formal se sustenta bajo una carta magna de corte liberal e ilustrada, es lo que le da su carácter de justeza y legitimidad al Estado, pero en lo real estas leyes, esta pax impuesta por el monopolio exclusivo de la fuerza o violencia legitima tiene sus expresiones particulares, únicas para el caso de toda America Latina. Una democracia inexistente, bajo condiciones de autoridad estricta pero tolerable, tolerable sí se a de querer vivir en calma, en un contexto de certezas y condiciones que permiten o permitían la sobrevivencia.

Las generaciones anteriores al 68 no tenían por qué cuestionar el orden dado y creado por la familia revolucionaria, era un orden funcional, que integraba y garantizaba el acceso al bienestar social, en cambio, debía estar entendida la completa transferencia del que hacer político, así como de sus expresiones y practicas por parte de la sociedad a la clase gobernante; debía ser transferido ese poder al gobierno y a sus instituciones. El monarca absoluto, la figura carismática, el ser extraordinario formado en la filas de la clase política era el Presidente. Monarca contingente, reinante por seis años, fiel a la practica, a la costumbre de representación política, monopolio del poder y el comando de lo social, lo político y lo económico.

Los jóvenes, entonces, no tenían experiencia en lo tocante a la política y su praxis. Eran jóvenes ignorantes de la práctica y la técnica política. El mismo sistema no deseaba la formación de grupos, ni mucho menos de expresiones de tal lógica emergente, para ello se llevaba a cabo acciones autoritarias. El autoritarismo dictaba la costumbre; los asuntos medulares del país son de la exclusiva ingerencia, discusión y opinión del gobierno y su alianza hegemónica. Únicas y exclusivas de su bloque histórico.

Las racias, las pesquisas y los patrullajes de agentes policiales y sus organizaciones de “seguridad publica” fueron cambiando a lo largo del tiempo, se profesionalizaron y establecieron una organización funcional y eficiente, que para 1968 tenía una cualidad particularmente distinta a la de décadas anteriores. Me refiero a que el proceso de nacionalización y profesionalización de los grupos de seguridad y ejercicio de la violencia legitima, entendidos como cuerpos policíacos y fuerzas castrenses eran ya para el 68 una institución moderna y eficaz en el cumplimiento de sus tareas.

No por nada el cambio cualitativo con que la población los identificaba, de “azules y tamarindos” pasaron a ser “la tira” la tira-nía. Una corporación cargada de una valoración negativa. Los objetivos de los cuerpos policíacos eran jóvenes, aquellos que no se ajustaban con la norma, a lo establecido, a lo moralmente bueno y deseable. Así universitarios y estudiantes en general, influidos y a-culturizados por lo que pasaba en el mundo: por una revolución cubana, una guerra en Vietnam, una primavera en Praga, una comuna parisina; así como de unos Beatles, un Bob Dylan, un Led Zepellin, un Martín Luther King, así como de un Karl Marx que no dejaba de ser el espíritu que se enfrentaba al fantasma que recorre las calles de Europa y los Estados Unidos. Propinaría y produciría una cultura que cobraría una fuerza nueva. Un espíritu de protesta latente, con miras a ser critico. Sólo necesitaba de un detonador, en este caso fue la fuerza y las miradas del mundo que se posaban sobre el primer país del tercer mundo en celebrar unos juegos olímpicos, alejados de las calles de Europa y las potencias económicas.

Una nación subdesarrollada celebraría por primera vez en su historia una justa deportiva burguesa. Una justa entre el primer mundo capitalista y el segundo mundo socialista. Enmarañado en este ir y venir de ideologías y procesos productivos cambiantes, México se enfrento al reto de trasformarse, de dejar de ser un país y una ciudad con industrialización considerable, para ser una ciudad urbanizada, una sociedad moderna en contacto con el mundo, una sociedad más racional y capitalista que no dejaba de ser un régimen autoritario y muy remotamente demócrata. Con los cambios llego el desempleo, la insatisfacción; la explosión demográfica exigió nuevas cosas, el orden social, político y económico había llegado a un punto en que tenía que trasformarse y para ello aun éramos inexpertos. Aun éramos parroquianos, renuentes al cambio, inseguros de las bondades o desventajas de ser más liberales, más atrevidos.

El orden de las cosas debía cambiar, pero las casas de estudios, la educación nacional era eso, nacionalista, respondía a los intereses y objetivos de la clase hegemónica, a la creación de una identidad nacionalista que para el 68 se agotaba cada vez más, así como los deseos y la necesidad mundial-capitalista de Estados-nacionalistas. Eran ineficientes, con los cambios socioeconómicos, las ideologías y los modelos económicos se transformaban las necesidades y los espacios educativos.

La politización que de por si era escasa y su activismo mal visto se enfrentaría 40 años después, es decir hoy en el 2008, a una politización igual de escasa, pero cualitativamente distinta, más instrumental, utilitarista y pragmática. Una tecnificación y flexibilización del empleo dadas las necesidades del proceso de acumulación capitalista ha convertido a los espacios educativos en nichos de mercado, no en instituciones de formación universitaria, critica y profesional. Es ahora un espacio apolítico, técnico, dinámico y acrítico.

La cultura política al interior de las instituciones educativas, es pues, muy poco activa, poco reflexiva, no es crítica, esta subordinada.

Los planes forman técnicos, no analistas; los contenidos políticos son escasos, son suavizados y el lenguaje empleado para la discusión a sido despojado de su carga ideológica, ética y valorativa; ha cambiado para ser descriptivo, funcional, cosificado.

El lenguaje es un data de los procesos productivos que el sistema requiere para continuar funcionando; la bomba cardiaca que permite el flujo sanguíneo-dinerario es el sistema económico que va de lo productivo a lo financiero.

Para lo sucedido después del 68 la politización de los jóvenes estudiantes y el pueblo en general se traduce en un marketing político, una celebración a la imagen y a los estilos de vida de una democracia como producto de mercado.


Inken Dean

viernes, 3 de octubre de 2008

Democracia y “gobernabilidad democrática” en México



La democracia en su expresión ideal y concreta la plantearé de este modo: para que la forma de gobierno conocida como democracia y pienso en una democracia de corte liberal, es aquella que garantiza libertades en lo económico y lo político; busca otorgar autodeterminación a los individuos para perseguir la felicidad de sus ciudadanos a través de una serie de condiciones estructurales estables en lo electoral, lo político y lo económico. Con ello se pretende tener igualdad y participación política.

El Estado, entonces, esta compuesto bajo la siguiente lógica: sociedad civil más sociedad política, ambas debiesen estar igualmente desarrolladas; la sociedad política debiera estar sujeta a la voluntad de la sociedad civil, debiera ser una expresión orgánica de la sociedad civil en su conjunto.

Desafortunadamente en México no es así, la sociedad política ha conquistado el Estado entendido como el aparato coercitivo y en su interior se ha desatado una lucha partidista para obtener el control del mismo; por otro lado la sociedad civil es gelatinosa y no esta desarrollada. Por lo tanto una democracia real se antoja difícil, aun en America Latina.

Si la gobernabilidad la entendemos como: las condiciones de posibilidad de gobernar en el marco de las instituciones y procedimientos democráticos. Estamos ante un problema serio, porque no es lo mismo tener democracia a gobernar democráticamente. Una vez conquistado el nivel mínimo de democracia de cara al autoritarismo se vuelve prioritaria la gobernabilidad, o bien, la construcción deliberada del orden social por parte de la misma sociedad y sus representantes políticos, donde las capacidades de las instituciones y sus procedimientos democráticos para conducir efectivamente los procesos sociales puedan, en conclusión, llevar a efecto la gobernabilidad democrática.

A lo anterior sumo tres experiencias que hablan de la inestabilidad o déficit de la gobernabilidad democrática en México.

• Por un lado el combate al narcotráfico, en el cual se privilegia los resultados obtenidos en materia de decomisos de droga, en arrestos a capos, en la destrucción de sembradíos, en la confiscación de armas y dinero, así como una “cooperación binacional”. Sin embargo se deja de lado otra dimensión del problema como es el análisis de cerca de 5 mil narco-ejecutados en el año y medio del gobierno del presidente Calderón; la falta de tácticas y estrategias para disminuir la corrupción en los cuerpos policiaco-militares y político-burocráticos, tanto locales como en los federales; de igual modo la ausencia de campañas de prevención efectivas y serias sobre el consumo de drogas y rehabilitación con participación de la sociedad civil, todas ellas son un aspecto olvidado por el Estado.
• El despliegue de políticas publicas sexenales para paliar de forma insipiente la pobreza como el caso –del actual gobierno- “vivir mejor” que abarca un amplio mosaico de problemas agudizados por la pobreza y la marginación de alrededor de 40 millones de pobres en México, pretende dar seguridad publica, generar empleo, reforestar áreas verdes, educar, dar salud, entre otras varias. Además de todo ello y consecuentemente, las cifras millonarias en propaganda oficial, sumadas al excesivo gasto en estos programas de pobreza amenazan con convertirse en un serio problema de finanzas publicas y con lo que menos termina es con la pobreza, así como lo fueron sus políticas publicas hermanas “Solidaridad” y “Oportunidades” que de igual modo no lograron su objetivo fundamental.
• Por ultimo, la urgente reforma petrolera que sólo parece tener solución mediante una inyección de capital privado, esto, bajo la actual lógica de gobierno neoliberal. Pues a todo esto no vale que PEMEX sea la segunda empresa en obtención de ganancias en el mundo y tenga excedentes millonarios y de paso sea un sector estratégico, clave para la gobernabilidad democrática. ¡No! Para la lógica imperante hay que inyectar frescura racional de capitales y lógicas del sector privado, de este modo se asegura el desarrollo de los mexicanos en el futuro. Sólo hay que recordar que la lógica del mercado y los capitales privados no tienen un compromiso contractual como el Estado-nación si lo tiene para con sus ciudadanos.
INKEN D.