viernes, 20 de noviembre de 2009

Reseña Histórica de la República Democrática Alemana (DDR): A 20 Años de la caída del Muro de Berlín.



Primera Parte.


La semana pasada se celebró el 20 aniversario de la caída del muro de Berlín. Construido en 1961 dividió a la capital alemana y consecuentemente al país en dos lados: uno este asociado con el estado capitalista y otro oeste asociado con el estado socialista. La primera parte de esta entrega tiene como objetivo reseñar de manera breve la fundación de la DDR como uno de los estados socialistas europeos más importantes de la posguerra. En la segunda parte se abordaran algunos aspectos de carácter más crítico que vienen a colación con el reciente aniversario de la caída del muro.


La división de las dos Alemanias tiene sus raíces en la caída del Reich hitleriano. En 1945, al finalizar la segunda guerra mundial y ocupar la parte oriental de Alemania, la URSS decidió limitar su frontera y su polo de acción al toparse de frente con las potencias capitalistas, Francia, Estados Unidos y Gran Bretaña, que por el lado occidental del país también habían tomado la ciudad de Berlín. En las conferencias de Postdam, celebradas en 1949, se acordó que el polo de acción de la URSS estaría definido en el radio de la parte occidental del país; es decir, la parte de Alemania que colinda con Polonia, la parte noroeste de la Checoslovaquia de aquellos años, y los limites de los ríos Oder y Neisse. En estas conferencias también se resolvió que la capital, Berlín, que quedaba del lado soviético, se dividiría entre los cuatro países ocupados, dejando de igual forma el lado oriental, por mucho el más grande, para ser administrado por los soviéticos. El conflicto entre las potencias ocupantes, una vez resueltas las tareas en común de posguerra como la desnazificación, la desmilitarización de los territorios y la reparación de la infraestructura, fue de carácter abierto debido fundamentalmente a la divergencia en las políticas económicas (que no era más que una extensión de las diferencias ideológicas) que se dio entre los soviéticos de abierta posición socialista, los Estados Unidos, Inglaterra y Francia; los tres, de evidente tendencia capitalista. Para los soviéticos dado el capital político-ideológico con el que contaban, y los recursos naturales y económicos de la zona oriental, el panorama estaba abierto para la construcción de un nuevo estado acorde a los ideales socialistas. De esta forma los elementos que configuraron la creación del mismo fueron los siguientes:


a) La progresiva creación de un ámbito económico de acción definido en el territorio ocupado (aproximadamente de 1964-1949), es decir, el relanzamiento de la industria, principalmente la química, la extracción mineral, y la renovación de la fuerza de trabajo que en años anteriores había estado disponible para la maquinaria nazi. Con esto, se lograba la reconstrucción del consumo productivo y en menor medida, final, de las ciudades orientales de la hasta entonces, Alemania ocupada. Las ciudades que en esa etapa se insertaron de manera más activa a la reindustrialización soviética fueron Leipzig como centro cultural y comercial, Rostock como centro de la industria naval, y principal puerto, Magdeburg como otro centro industrial, y Halle como centro metalúrgico, por mencionar solo algunas. En este sentido la política de la URSS fue la progresiva estatización de la propiedad industrial y la creación de empresas de cooperación soviético-alemanas. Algo similar ocurrió con el sector agrícola ya que se crearon granjas populares colectivas. Esto con el único fin de elevar la productividad industrial bajo un esquema de avances tecnológicos y trabajo colectivo.


b) La creación de un cuadro intelectual capaz de proveer los nuevos cuadros de dirigentes políticos. En este sentido, con evidente apoyo soviético, se permitió la formación de partidos y coaliciones que inevitablemente dieron origen al SPD (Sozialistische Einheitspartei Deutschlands) o Partido Socialista Unificado de Alemania. Este partido aglutinaba diversos sectores de pensamiento que durante el régimen nazi habían sido objeto de persecuciones. Ejemplo de ello lo eran el Partido Comunista Alemán, el KPD, y el tradicional SPD, de tendencia socialdemócrata, que junto con otros partidos de extracción liberal y cristiana habían servido como coaliciones antifascistas que desafortunadamente para su causa habían sido aplastados por los Nacionalsocialistas años atrás. Con la nueva representatividad política, el nuevo estado gano cierta aceptación tanto de sus habitantes, como de Moscú, que no tardo en apoyar las nuevas medidas. En 1946 se celebraron elecciones y el SPD, el nuevo partido, ganó la mayoría. A partir de ese momento las decisiones políticas y económicas se controlaban desde una posición comunista, muy al estilo de lo que pasaba en la URSS con el partido comunista. El SED Alemán se definió ideológicamente como un partido marxista-leninista.


c) El desarrollo de un cuerpo de seguridad. La llamada STASI, con apoyo irrestricto del ejército rojo en un primer momento, se encargó de servir como policía nacional y posteriormente como órgano primado de espionaje, inteligencia y seguridad, todo con el fin de mantener a toda costa la coherencia y gobernabilidad del régimen. No esta de más decir que en muchas de las ocasiones los métodos fueron coercitivos y violentos con la posición: El fin justifica los medios.


d) La definición de fronteras políticas y el reconocimiento de las mismas por parte de los otros países socialistas de la zona mediante el restablecimiento de relaciones diplomáticas con Albania, Bulgaria, Checoslovaquia, la República Popular China, Corea del Norte, Rumanía, Polonia y Hungría.


De esta forma, en 1949, después de que la contraparte “capitalista” declara la existencia de la RFA (República Federal Alemana, es decir, la Alemania capitalista) en el este, se funda oficialmente la República Democrática Alemana o DDR (Deutsche Demokratische Republik). En un primer momento, la Unión Soviética no propuso que la DDR fuera un Estado socialista, buscando dejar abierto el camino hacia una potencial Alemania reunificada en el marco de la Guerra Fría. Sin embargo, la actitud soviética cambió rápidamente cuando en 1952 las potencias de la OTAN y el gobierno de la otra Alemania rechazaron la llamada Nota de Stalin (la propuesta de la nota era la reunificación alemana y el retiro de todas las superpotencias de la política interna alemana, dejando espacio a la autonomía). A partir de ese momento las políticas económicas de estilo soviético se aceleraron. Se impulsó mayormente la colectivización de la agricultura y la nacionalización de empresas. Para 1951 se establecieron los pactos quinquenales; la planificación racional de la economía. Como consecuencia de la naciente complejidad administrativa de la economía y la política, los nuevos cuadros profesionales, provenientes del aglutinamiento de las varias corrientes políticas de la izquierda alemana que habían sufrido persecución con el régimen nazi y que para esos años ya se podía hablar que cohabitaban bajo cierta unidad política con la creación del Partido Socialista Unificado de Alemania SPD, entraron de lleno al control del Estado como clase política orgánica fuerte. Solo a partir de esos momentos el nuevo estado socialista alemán tuvo su propia coherencia ideológico-política con su respectiva convergencia en política económica: Una especie de Bloque-Histórico en términos de Gramsci. De esta forma, la DDR se convirtió en el segundo bastión más importante del comunismo europeo de la era posterior a la segunda guerra mundial, con Berlín Oriental como capital, con un aparato de administración estatal considerable y con un desarrollo industrial que fue por encima, el mas destacable de todos los desarrollos humanos dentro del país.


El polo soviético ganaba así fortaleza ideológica, económica y política en la región centroeuropea. La guerra fría se desarrollaba en el corazón de Alemania. Gran cantidad de científicos que alguna vez estuvieron en servicio a la política de desarrollo científico nazi fueron absorbidos por los soviéticos, al igual que lo hicieron los estadounidenses. La cooperación DDR-URSS fue intensa y los partidos socialistas de las dos naciones estrechaban lazos fuertes. Se desarrolló un intercambio comercial fuerte, se privilegió la investigación científica; en poco tiempo el primer cosmonauta alemán llegó al espacio. Los logros deportivos no se hicieron esperar, las medallas olímpicas cayeron al por mayor y se generó una competencia sin igual con la otra Alemania; la capitalista. El país se lleno de automóviles de manufactura soviética y toda clase de productos alimenticios nunca antes consumidos. Las industrias locales de igual forma desarrollaron sus propios productos socialistas: La “Vita-Cola” producida en Turingia era la contraparte de la Coca-Cola que se consumía en la otra Alemania. Las ciudades orientales se plagaron de estatuas de Lenin, Marx y Engels; La ciudad de Chemnitz fue rebautizada como Karl Marx-Stadt. El internacionalismo comunista se sentía como en casa; por fin Alemania, patria de Marx, se convertía en socialista. Se desarrollaron movimientos artísticos propios al socialismo; El cine ensalzó los valores comunistas; de igualdad económica, de ausencia de clases sociales. Esto, al menos en la parte económica, no estaba tan lejos de ocurrir ya que existía cierta igualdad en los niveles salariales; Una vendedora ganaba entre 600 y 800 marcos, un ingeniero entre 500 y 1200 marcos, y un trabajador de la construcción entre 900 y 1800 marcos. Las brechas eran mínimas quizá comparadas con algunos países capitalistas.


Así, las dos antítesis ideológicas más grandes de la posguerra se estacionaron por más de 40 años en Alemania, ahí compitieron, ahí se desenmascararon, ahí dejaron sus huellas mas imborrables. No hubo más contraste de esto que en la propia capital Berlín. En 1961, cuando el régimen ya había ganado cierta coherencia como Estado, los principales dirigentes del SED decidieron construir un muro de contención debido, aunque no fue dicho de ex profeso, a los constantes flujos de migración hacia el lado occidental. Una cosa era cierta. Si el éxito del régimen se basaba fundamentalmente en la productividad industrial, este no podía permitirse perder cada vez más fuerza de trabajo. Con la construcción del muro se ganó gobernabilidad, pero se perdió prestigió. Los letreros luminosos de Coca-Cola, Kodak, y demás marcas capitalistas lograban alumbrar las calles contiguas al muro del parco lado socialista que era iluminado por las torretas de vigilancia custodiadas por los STASI. Los jóvenes tenían poco acceso a lo que pasaba con los Rolling Stones, Los Beatles, Woodstock; No se puede hablar de un verano del amor en Alemania Oriental. Fue el aislamiento total, y así se construyeron los últimos 28 años de la DDR, años que inevitablemente estuvieron llenos de hazañas de escapes, intentos de escapes fallidos, muertes no contadas e historias desagarradas.


THE MAN IN BLACK

martes, 10 de noviembre de 2009

Cuadros de transición: ¿derecha o izquierda?



Cuadros de transición: ¿derecha o izquierda?



¿Qué tan adecuado es pensar el mundo hoy entre derechas e izquierdas? Es decir, a veinte años de la caída del muro de Berlín y la caída de lo que significo el socialismo que tienden a llamar “socialismo real” ¿podemos decir que realmente hubo un ganador, en este caso la derecha? Y aun así, como algunos llenos de emoción aseguran “gano” EE.UU. ¿podemos entender al mundo hoy como un mundo de derecha?



Me sospecho que no es adecuado pensar al mundo hoy de esa manera. Quién representa la derecha y quién la izquierda. No podría decir que todo ese inmenso conglomerado de símbolos y representaciones este muerto, o que no se manifieste de algún modo dentro del actual contexto histórico. Tampoco puedo decir que el capitalismo continúe funcionando como lo entendíamos hace 20 años al menos.



Mi percepción es que hay una transformación en muchos órdenes de lo social en su acepción más amplia. Esta transformación no es novedad para muchos, tiene que ver con el transito a una modernidad distinta, más compleja; algunos teóricos le han llamado modernización reflexiva, segunda modernidad, modernidad postindustrial, etc. El proceso histórico en su etapa actual ha transformado –por así decirlo- la naturaleza de la modernidad y en particular de las sociedades modernas industriales. Me refiero a que lo que dio especial distinción durante las últimas décadas a la modernidad y el fundamento de los Estados-nacionales fue su aspecto económico. Claro sin olvidar la mancuerna política cuyo modelo político más compatible lo conocimos como democracia.



El problema hoy es la orientación que tiene la política y la economía, en tanto que ya no funciona bajo los supuestos de la modernidad tradicional. La actual modernidad es contingente, ambigua, genera incertidumbres, pues aquellas expresiones que daban sentido el día de hoy enfrentan una difícil situación de legitimidad. La fe en la ciencia, en la fortaleza del Estado e inclusive en la religión, el día de hoy no contribuye a proporcionar seguridad, certezas, protección.



Todo proceso histórico es paulatino, la etapa actual es dinámica y acelerada, pero aun así estamos en el comienzo de la transformación sustancial de las sociedades. Lo característico del momento es la dualidad de todas las expresiones humanas, el acento en la dualidad de los fenómenos y por tanto en la incertidumbre, que es uno de los rasgos que conlleva este transito; otro de los rasgos más importantes es la intensa comunicación entre sociedades, la interacción y transferencia de información y capitales es lo que le imprime el carácter dinámico a la modernidad. La intensidad de las comunicaciones y el desarrollo de relaciones posibilitado por las tecnologías permiten un flujo inmenso de información que crea, dado su volumen y complejidad, desorientación.



Los gobiernos que funcionan, en mayor o menor medida, bajo el sentido de la unidad nacional, con límites geográficos, políticos y económicos establecidos, se enfrentan a un reto harto complejo. Naciones como las latinoamericanas y en este caso México se debate en la incertidumbre del “qué hacer” cómo operar y qué esperar. Dadas las historias políticas y jóvenes biografías nacionales, así como la evidente lucha política intestina por apoderarse del aparato Estatal y el uso de la violencia legitima, han producido un fenómeno peligroso, pues los grupos políticos y las alianzas responden imperiosamente al interés de la alianza política entre las clases privilegiadas. La estratificación social que se ha tendido a ampliar de manera dramática en los últimos treinta años ha provocado un fragmentación donde los distintos estratos y clases buscan su muy particular bienestar; lo anterior sonaría muy lógico y poco polémico sí la estratificación fuese minima, pero cuando esta tan fraccionada como la actual, conduce a un desorden e ilegitimidad enorme.



Las representaciones sociales con las cuales se le identificaba y descalificaba al otro, ya fuese de derecha o de izquierda, al día de hoy son una farsa, un mal chiste que busca justificar la persecución del interés egoísta de clase, grupo o camarilla. El populismo, si, es dañino, esta fijado por defaul en México dentro de su triada partidista y sus partidos políticos mercenarios que con tal de sobrevivir se valen de extensas y creativas estrategias que en nada producen un bienestar social.



Lo más dramático y preocupante de todo esto, es el empeño absurdo del Gobierno federal y régimen político, de fundirse con una doctrina política neoliberal que ha provocado el estancamiento político, económico, intelectual y social que vive el país. Beneficios marginales y el culto a la personalidad, al negocio más lucrativo y el olvido de la responsabilidad social, son el día de hoy el canon que rige al éxito y la distinción dentro de la amplia estratificación. ¿Qué sucede cuando la estratificación se rige por pautas de éxito anomicas, que sólo refuerzan la cohesión entre grupos muy pequeños? Pues se suscita la descomposición social, la anomia; no se refuerza el tejido social, éste esta sostenido por aspectos muy endebles de solidaridad y cohesión. El sentido y la certidumbre es el gran ausente, la sensación de desesperación y ansiedad el pan de cada día.



La violencia en sus diversas manifestaciones, en conjunto con una endeble salud publica y la pauperización de las clases medias provoca caldos de cultivo de los cuales no hemos de sorprendernos por las amargas experiencias que de ellos podemos experimentar. La descalificación, el entender el mundo de manera bipolar, es el día de hoy inútil, pues esas expresiones se han transformado y no hemos tenido la sensibilidad, ni agudeza intelectual de saber cómo cambiaron y qué emergió de ellas. Estamos sumergidos en la desgastante batalla de lo inmediato, de la sobrevivencia, de la improvisación, del rumbo perdido, de la metáfora y la utopia individual.



La solución debe comenzar por la responsabilidad, social, personal y económica. Debe iniciar con simples aspectos de convivencia y respeto, de propiciar espacios libres de violencia negativa. De sustituir el oportunismo por la oportunidad, por la individualidad que reconoce su integración social.



INKEN DEAN


(DAHC)


Noviembre del 2009