lunes, 2 de marzo de 2009

El Arlequín del Novus Burgus y el Hazmerreír del Pueblo



Parece ser que los actores más representativos o al menos los que tienen el mayor poder y visibilidad, ya sea através de los medios de comunicación, las arenas políticas, la gran empresa o en su representación más solemne como hombres de negocios, así como de los intelectuales orgánicos y los de menor envergadura; no parecen apreciar o entender lo que un instituto electoral, que en el caso mexicano es un instituto ciudadano, vale y por lo tanto representa para la democracia.

Los ánimos democráticos y electorales que vivieron los mexicanos hace cuestión de algunos años, ese transitar de un régimen autoritario a uno democrático, ha perdido valía, ha perdido vigencia o novedad. El pasado inmediato ha quedado atrás, las luchas, la retórica, los esfuerzos y el anhelo de que un organismo que velara por la rectitud y legitimidad de las contiendas electorales en un país con un pasado cuestionable y poco democrático, quedo atrás, medio olvidado dirían algunos estudiantes.

Es verdad que dicho instituto se formo con muchas carecías, con ciertos candados y limitaciones que un proceso de liberalización contempla al menos en la teoría, y es que el instituto no es tan libre, ni tan ciudadano, no tiene esa neutralidad y apego al buen ejercicio objetivo que significaría una justa, en este caso electoral y política.

La política sin duda es una expresión emocional y temperamental, en este país se ha abierto paso por incontables recovecos y entramados siempre originales e inesperados, no se ha caracterizado por un ejercicio legal, justo y acorde al espíritu de libertad y honestidad republicano que concentra su constitución.

Es en verdad muy triste y lamentable que un instituto ciudadano como el IFE se haya convertido en el arlequín de los poderosos, un instituto joven en proceso de consolidación, el día de hoy parece enfermo. Y es que el instituto se ha visto en envuelto en una serie de escándalos y situaciones que le restan legitimidad, en el espacio que debería ser el más importante dada su labor, y es que debe ser un instituto pulcro y que proyecte seriedad, que goce de la legitimidad, de la credibilidad de la sociedad en general.

Ha sucedido que una serie de pandillas que hasta hace al menos un sexenio se llenaban la boca con atracones de democracia y transparencia, un espíritu de libertad y jubilo, un claro deseo de ser los fieles apoyos del instituto como una expresión real de democracia en este país, al día de hoy éstos se encuentren destripándolo y desprestigiándolo. Me refiero particularmente a los medios de comunicación que se han encargado de tomarle la medida, de exponer y desprestigiar la imagen del IFE, olvidaron pronto su discurso de democracia, de libertar de expresión, de profundo deseo de que las cosas cambiaran en este país, pues bien, se cumplió lo que deseaban, las cosas cambiaron a favor de estos monstruos que se asumen como la voz del pueblo pobre e ignorante, hacen de la apatía y el desinterés de la sociedad la voz que ha de salir avante mediante las imágenes relucientes y extravagantes que la televisión proyecta. Ya no necesitan más al instituto, es en cambio, un obstáculo en su hambre capitalista que poco de democrático tiene en su particular caso.

Por otro lado los legisladores y gallardos políticos que contenidos en sus partidos políticos y su adscripción al grupo olvidan que son funcionarios públicos. La lucha encarnizada por tomar el control del Estado y su aparato coercitivo, de conservar sus negocios y privilegios obscenos, han manipulado al IFE, desde la sociedad civil, pasando por los representantes políticos han arreglado las cosas para que el instituto no obstaculice su labor, la cual es conservarse como una clase opulenta e indolente. Los intelectuales poco han hecho para denunciar el desprestigio y la grave situación en la que se encuentra el IFE y la democracia, o el poquito de democracia que podemos tener a partir del ejercicio de instituciones ciudadanas. La anécdota de lo sucedido con los spots de los partidos políticos, las riñas banales y mañosas a las que torpemente se ha enfrentado el IFE lo han dejado muy mal parado.

La sociedad civil o el pueblo mexicano, que es un poco miope y un poco torpe, poco le interesa el instituto y mucho le incomoda que su programa o evento deportivo favorito se vea interferido por los spots de los partidos políticos que dicho sea de paso, son propaganda mal hecha y exhibida de modo que se trivializa completamente su sentido y llega a ser desesperante el modo de su exhibición. Deja ver la percepción que los partidos políticos tienen de los mexicanos, los piensan imbéciles y sólo con bolitas y palitos; niñitas y retórica pendeja de “si no lo tienes que te lo paguen” o de “antes eras un jodido, hoy ya no lo eres”; de que con un líder carismático o un abusador del pasado estaríamos mejor, de cómo los mexicanos entienden la política de forma tan pobre, así lo piensan, y así insultan a los votantes. Estos sujetos han valorado al IFE de forma negativa, lo han convertido en una herramienta para sus negocios.

Han llegado a la dirección del instituto personajes oscuros o de dudosa calidad ética. El último escándalo, sobre el aumento de salarios millonarios sólo deja ver la orquestación de un plan de desprestigio y dirección torpe e incompetente que lleva el instituto. O de qué sirven todos esos consejeros con títulos y grados pomposos que otorga la academia, tanto nacional como extranjera, parecen todos muy cómodos con sus sueldos millonarios y no es sólo la cantidad la que es obscena sino el planteamiento de los responsables sobre el asunto y escudándose bajo el argumento imbecil de “es constitucional”. No sólo deja en pésima apariencia al cuerpo que labora en el instituto –que habrá gente honorable- sino que descubre otra de las verdades incomodas de la clase en el poder y particularmente la que tiene que ver con la justicia y el derecho que de igual manera reciben sueldos no honerosos, no millonarios, insultantes, cobran como los mejores y trabajan como los más mediocres.

Con esos gastos estratégicos, esos planes contra la pobreza, esas políticas publicas brillantes y el papel de los institutos ciudadanos desprestigiándose cada día más por aquellos que hasta hace unos años mamaban y pregonaban democracia ¿ Planeamos salir del pantano en que se encuentra el país, atascado por estos funcionarios mercenarios? ¿De ese modo el gobierno del presidente trabaja y mantiene contacto y comunicación con los otros poderes? Por eso entre tanto escándalo y show patético que se exhibe a diario en los medios de comunicación masivos y poco responsables, el narcotráfico trabaja sin problemas, por esta clase de situaciones lamentables, el crimen en este país crece y se diversifica. Ellos si aprendieron de las lecciones que el libre mercado les ofreció y sobre todo mantienen una excelente comunicación entre sus órganos, lastima que todos estos son criminales y asesinan sin el menor miramiento.

Recuperemos los institutos ciudadanos, es una de las formas más humildes de mantener vestigios de democracia y buen gobierno, son las pequeñas cosas que no deben significar sacrificios para una sociedad y si un orgullo. De otro modo los ciudadanos, el pueblo, la sociedad civil, tienen el gobierno que se merece.

INKEN DEAN.

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