viernes, 4 de diciembre de 2009

LA CAIDA DEL SOCIALISMO EUROPEO. A PROPÓSITO DEL FIN DE LA DDR


Segunda Parte

No cabe duda que la DDR tuvo como principal protagonista de su progreso el desarrollo industrial. La introducción de planes quinquenales durante los primeros años para colectivizar la agricultura, establecer cooperativas de producción (VEBs), y nacionalizar las industrias de producción en sectores estratégicos, se hizo a los ritmos de productividad que establecía el SED, es decir, a través de lo que calculaba el partido único en los planes quinquenales. En ellos se planificaban las cuotas físicas de producto y las cantidades específicas de trabajo que cada industria debía emplear. Para el periodo de 1959 a 1965, el SED ajustó sus objetivos e introdujo un plan a siete años. Este nuevo plan aspiraba alcanzar la producción per cápita de la Alemania capitalista para finales de 1961, lanzar mayores cuotas de producción, mediante un incremento de 85% en la productividad laboral (superior a la meta de productividad que se había estipulado en los planes de años anteriores). Con el aumento en el ritmo de los niveles de trabajo la migración hacia la Alemania capitalista, y hacia otras partes de Europa creció de nuevo: Un total de 143.000 personas en 1959 y 199.000 en 1960. La mayoría de los emigrantes eran trabajadores de cuello blanco, y el 50% eran menores de 25 años. Para el periodo 1949-1961 la huída de trabajadores excedía un total de 2,5 millones. Si el objetivo de la DDR era un incremento progresivo de la productividad industrial, que sin duda se basaba en una fuerza laboral activa y joven, entonces no se podía permitir que esta estuviera en un continuo éxodo hacia la parte capitalista. La perdida de competitividad económica de un Estado Socialista, en el marco de la guerra fría, era inadmisible para la ideología comunista europea de aquellos años. La respuesta a esto fue la construcción de un muro. En 1961 disfrazando la iniciativa como un mecanismo de defensa contra los "ataques" del capitalismo, se erigió en toda la frontera entre el lado oriental y occidental el muro de hormigón reforzado en su interior con alambres de púas, clavos, minas de tierra, flechas, perros y torres de vigilancia con soldados de la STASI. Este mismo mecanismo se aplicó en la ciudad de Berlín. De esta forma la gobernabilidad política y la estabilidad económica se garantizaban durante el siguiente periodo de veintitantos años. A partir de ese momento el control sobre las decisiones individuales de los ciudadanos se acrecentó. La STASI, como organismo de inteligencia y seguridad fue el principal protagonista de la gobernabilidad y los mecanismos represivos de esta regían la vida cotidiana de las personas. Se había así, sacrificado la libertad individual de la comunidad por el progreso económico en una forma que el socialismo teórico, aquel de Marx, Engels y cía., nunca quizá hubiesen deseado, a pesar del carácter ultraprogresista y materialista de ambos. A partir de esas decisiones el rumbo del SED como partido único se transformó. Lo que alguna vez había funcionado mas-menos de forma “democrática”, en el sentido de que en sus inicios (e inclusive en esos momentos) los organismos del SED abarcaban una amplia gama de organizaciones que iban desde los sindicatos libres de trabajadores, los campesinos, las juventudes libres, y pasando inclusive por las organizaciones cristianas y liberales, ahora se transformaba en mecanismos autoritarios y poco incluyentes explicados en mayor medida por un panorama de miedo al “triunfo capitalista” que poco a poco invadía las mentes de los camaradas socialistas. Los pocos logros alcanzados en los terrenos social e individual como el desarrollo de una nueva concepción del trabajo, la camaradería y los valores de desarrollo a la comunidad fueron opacados por la necesidad irrestricta de gobernabilidad y la necesidad de preservar lo que en términos de productividad industrial se había logrado durante los 40 años anteriores.  

Una vez entrando en los años 80 la creciente deuda externa de la DDR llevó a la crisis que acabaría con el colapso del régimen del SED. La deuda con Occidente continuó creciendo a lo largo de la década hasta sobrepasar los 40 billones de marcos: Una suma no astronómica en términos absolutos (el PIB de la DDR era de unos 250 billones de marcos) pero mucho mayor en relación a la capacidad de la DDR para exportar suficientes bienes al Oeste como para conseguir la divisa fuerte que pagase la deuda. A parte de esto, el régimen internamente ya no era fuerte, es decir, ya no era prestigioso. Las segundas generaciones de habitantes, principalmente jóvenes veían como su país era dirigido por una elite política cerrada, anciana, corrupta y represora. 
Eric Honecker, el nuevo dirigente del partido, enfatizó un rígido centralismo dentro de las filas del Partido, subrayando que el curso general tomado por el SED era la unidad de la política social y económica de Alemania Oriental en el frente interno y su absoluto alineamiento con la Unión Soviética en el frente exterior. De acuerdo con el pronunciamiento último, el SED aprobó la intervención soviética en Afganistán, aun cuando esto significó que la DDR quedase diferenciada de la posición tomada por otros comunistas, un tanto menos rígidos y más críticos de los soviéticos como los yugoslavos, rumanos e italianos, que se opusieron tajantemente a la acción de la URSS en el país árabe.


El Comité Central del SED, que durante los años 60 había sido un órgano consultivo, fue reducido a la función de aclamador durante el 10º Congreso del Partido. El Politburó y el Secretariado permanecieron en su mayor parte sin cambios. Aparte de los acuerdos políticos, el Congreso analizó el nuevo Plan Quinquenal (1981-1985), llamando nuevamente a una mayor productividad, más uso eficiente de los recursos materiales, y productos de mejor calidad. Estos planes ya tenían poca credibilidad, además de que en algunas esferas de tecnócratas dirigentes se había apostado por tener una “orientación” de dichos planes hacia la ganancia y el mercado. Cosa inadmisible e inaceptable para la rigidez con la que el comunismo soviético se había levantado en la posguerra.

El fin llego en el marco de la celebración de los 40 años de la DDR (DDR 40 JAHRE). La perestroika anunciada desde Moscú fue una de las gotas que derramó el vaso. La otra: una presión popular imparable; Desde Leipzig hasta Berlín miles de personas habían salido a las calles a reclamar garantías básicas: Libertad de expresión. El resultado fue inevitable: Los dirigentes de la DDR se cuadraron con lo propuesto al ver que los problemas de legitimidad y económicos los superaban por mucho y declararon la apertura de fronteras. El resto fue el progresivo desmantelamiento de un aparato burocrático rígido. La noche fue celebración. El muro se había derribado. Se cuenta que del lado de Berlín capitalista, como regalo de bienvenida para los “reprimidos” socialistas, los restaurantes regalaban cerveza. Lo mismo hizo el canciller alemán: Regalo 100 marcos a cada ciudadano como bienvenida. A ojos de todo mundo el capitalismo había triunfado. De ahora en adelante el mundo aprendería a vivir en libertad y en democracia. Las bondades del mercado le serían repartidas a todo mundo, y la riqueza y prosperidad ya no tendrían contra quien competir…Todos sabemos que esto nunca fue, y nunca ha sido así…Sobra decir toda la miseria, hambre, mentira, corrupción, abuso, y vejación que el capitalismo ha causado en los espacios nacionales disfrazado de mascaras de igualdad, fraternidad y legalidad. 
El socialismo europeo no cayó porque el capitalismo le demostrara ser irremediablemente mejor, aunque en apariencia así haya parecido en los primeros años; Habría que preguntarse si la huída hacía la Alemania capitalista tenía más que ver con un deseo de libertad que con un convencimiento claro de que en el otro lado se encontraría la oportunidad soñada (Cabe recordar que las habilidades del trabajo desarrolladas por un individuo bajo un régimen socialista, inclusive las carreras profesionales y los oficios, son diametralmente opuestos a los desarrollados y realizados en una economía de mercado. Inclusive, uno de los estragos mas difíciles que la unificación le trajo a Alemania fue la inserción en el mercado laboral de la fuerza de trabajo socialista: Al día de hoy las regiones mas azotadas por el desempleo en el país son las ubicadas en la otrora parte socialista, y por mucho estas no han logrado recuperar sus niveles de empleo y productividad que tenían cuando eran parte de la DDR. En ese sentido los una vez ciudadanos de la DDR se preguntan ahora si realmente están mejor en un régimen de mercado laboral como el alemán. El debate sigue estando abierto y no cabe duda que a Alemania le sigue costando millones de euros la reunificación) Si pudiésemos establecer una serie de aspectos del porque efectivamente de la caída de la DDR y en general del comunismo europeo podríamos decir que por su intolerancia hacia la diversidad, la critica y la disidencia, por la creencia de que un partido único era el rumbo político que se tenia que seguir como mecanismo de representación de los intereses populares, y por anteponer el objetivo económico-material como el único viable para la realización humana y personal, por solo mencionar algunos. En ese sentido el socialismo “realmente existente” de aquella época se quedo corto. Despreció el pasado en aras del progreso industrial basado en una concepción economicista de las relaciones humanas; en aras de creer que el desarrollo intelectual y espiritual de la sociedad solo era único con un desarrollo material.  

Todavía se llegan a escuchar por ahí, de algunos románticos del socialismo, argumentos de subestimación de por ejemplo los aspectos más tradicionales de la sociedad. Los asuntos religiosos son vistos con desdén por creer que estos no tienen nada que aportarle a la humanidad. El lema “la religión es el opio de los pueblos” fue un tema que el socialismo de aquellas épocas pareció enarbolar con cobijo y que tristemente muchos ahora adoptan como suyo. No hay razón para pensar que en aras de un progreso material se tenga que aplastar con todo lo tradicional. No hay razón para descreditar a las ideas religiosas con el fin de que el Estado tenga que construir una nueva e inmaculada conciencia ajena a influencias “externas” y “nocivas”. No hay razón para seguir pensando que el fin justifica los medios. Esta misma mentalidad es la el socialismo y muchos de sus intelectuales criticaron del capitalismo; el hecho de barrer con lo tradicional e instaurar nuevas instituciones en aras de la acumulación irrestricta de ganancia. Por desgracia el socialismo que se construyó en Europa, específicamente el que emano de la revolución bolchevique tuvo esos tintes de progresismo arrollador, y en muchos lados, excluyente. Si bien todo es relativo y siempre existen bemoles, el principio básico sobre el cual muchos Estados construyeron sus cimientos fue desarrollar una nueva mentalidad a partir de la eliminación de todo lo previo. En ese sentido ni el capitalismo ni el socialismo pudieron escapar al progresismo y cientifismo del cual esta modernidad en la que estamos insertos es su madre más preciosa. Después del ascenso de la modernidad a finales del siglo XVIII no se han desarrollado nuevas mentalidades ni nuevos paradigmas; todo lo que se ha originado son solo especies de refritos y readecuaciones de los paradigmas de progreso y cientifismo que una vez se alzaron victoriosos sobre una era feudal decadente. En ese sentido los Estados Nacionales y sus formas de organización económica solo han sido readecuaciones y reformas apegados a estos paradigmas. La creación de uno nuevo es una cuestión compleja que solo obedece al proceso histórico-social, sin embargo es fundamental poner en claro lo anterior.

THE MAN IN BLACK

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